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Adiós al dinero

Oct 31, 2020

#DespiertaSonora

Estoy mirando en cada cuadra de la calle Miguel Alemán filas de usuarios de tarjetas bancarias en larga espera para acceder a un cajero automático, la misma imagen en la calle comercial de cualquier ciudad durante la pandemia. El uso de tarjetas de plástico en lugar del intercambio de billetes y monedas para su actividad comercial es la moda de nuestro tiempo.

Estoy viviendo en aislamiento social sin precedentes durante la pandemia global, como sucede a cualquier ciudadano de esta era, por lo cual el comercio es predominantemente de manera virtual, digital o en línea, a larga distancia sin fronteras y de inmediata resolución. Los sueldos y salarios se reciben en una tarjeta de plástico a cambio del pago de su nómina; a su vez el consumidor convertido en un indispensable código NIP puede hacer transferencias en sus compras de bienes y servicios desde su hogar, desde la calle o desde su teléfono móvil: adiós al dinero.  

Me guste, o no, el futuro del dinero en efectivo lo lleva a desaparecer en formato de papel moneda del bolsillo de los ciudadanos día tras día. Imagina tu mundo sin dinero constante y sonante, por un momento, en el que todo, absolutamente todo, se compra y se paga en línea lo cual queda registrado en una nube informática que conlleva además datos de tu vida particular: gustos, preferencias y aficiones,  consumos, derroches, ahorros y hasta intimidades (qué a nadie nos gustaría hacer públicos) usados como base de datos para ofrecer ofertas y ventas impensadas.

El dinero digital se mueve de un banco a otro mediante un intermediario llamado tarjeta bancaria, sea de crédito o sea de débito, en un sinfín de transacciones donde el dinero es un objeto intangible e inmaterial; solo una cifra alojada en una banda ancha de informática que se activa -para bien o para mal- con un simple clic.

El banco y su sistema financiero tienen el poder del dinero en sus arcas mientras el usuario de tarjetas de plástico ha aceptado con su firma electrónica ser su nuevo esclavo económico: pueden cobrar intereses, cobrar impuestos, cobros indebidos, cobrar todo lo que les venga en gana sin remedio ya que sus clientes no se pueden escapar.

Ha quedado demostrado ante la banca digital en mi caso ser más propenso a cobros indebidos de difícil comprobación con el uso actual de las tarjetas bancarias. Un lunes de cualquier semana súbitamente desapareció el total de fondos de mi tarjeta de débito. El banco me demostró que se habían hecho compras, con bouchette, en Nueva York París y Río de Janeiro en un solo día antes de aceptar su responsabilidad en el caso.

-No he viajado en este fin de semana ni he salido de Sonora.

-No se preocupe usted lo entendemos y su banco se hace responsable del pago.

-Gracias por su amabilidad, le contesté al ejecutivo.

-Su dinero completo reaparecerá en 40 días según nuestro compromiso legal y después del trámite correspondiente.

-¿Y mientras qué haré? ¿Pagarán intereses por su tardanza, mientras tanto?

-Tampoco yo lo sé -me contestó el educado ejecutivo- y dio por terminado el asunto, que se resolvió el día que anunciaron.

Las ansias de aprobar el fin del dinero como intercambio comercial y la creación de monedas digitales como criptomonedas tipo Bitcoin, y Libra de Facebook, aumentan el riesgo de hacer desaparecer los billetes y monedas como fuente de riqueza de cada ciudadano para transferirlo vía internet a los poderosos consorcios banqueros y  fiduciarios internacionales y gubernamentales,  como nunca ocurrió.

El asunto no es nuevo. El oro y la plata desaparecieron de las arcas como garantía de los billetes en circulación por lo tanto en el caso de bancarrota los bancos se desaparecen simplemente del escenario económico y el cliente será quien zozobre primero. En el caso de una depresión económica el resguardo del dinero circulante con reservas en oro es el único factor de estabilidad que permite a un país permanecer a flote o naufragar.

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