#DespiertaSonora
Asuntos de fuerza mayor nos pusieron fuera de la conectividad informativa por unos días y ya a agua pasada, nos permite procesar la diversa temática acumulada sin tantos enredos, en función de las implicaciones para el corto, mediano y largo plazo.
Por tratarse de cuestiones de vida o muerte, priorizamos el diferendo entre autoridades de los municipios de Hermosillo, Guaymas y Cajeme y el Consejo Nacional de Salud, así como con el Consejo Estatal de Salud, en relación a cómo prevenir la expansión del Covid-19, frente a indicios de rebrote.
De llamar la atención la nueva versión de la alcaldesa de Hermosillo, Célida López Cárdenas, que de recia postulante de medidas estrictas como estrategia de contención del virus, de pronto a tomado decisiones que van en contra de una decisión federal y que unos días antes habían sido anunciadas por la autoridad estatal de Salud.
De igual forma se posicionaron la alcaldesa de Guaymas, Sara Valle y el de Cajeme, Sergio Pablo Mariscal, quienes rechazan el regreso al color naranja del semáforo epidemiológico nacional y consideran que las condiciones vigentes en esos municipios corresponden a los riesgos previstos por el color amarillo y así actuarán.
Así como ocurre cuando Andrés Manuel López Obrador pretende justificar irresponsabilidades, llama la atención que el munícipe y las munícipes en cita, aseguren que sus decisiones en torno a este tema se toman con el respaldo “datos científicos” y que como el alimento también es vida, es un error estrangular las fuentes de empleo o sea, privilegiando la situación económica por sobre medidas elementales para proteger la salud y la vida.
En el caso de la alcaldesa capitalina resulta contrastante su actual relajamiento luego que en el reciente pasado fue la principal promotora de medidas drásticas para ser más eficiente el confinamiento social; impuso restricciones a la movilidad vehicular; dijo que usar cubrebocas sería como el uso de calzones y brasieres e incluso hasta desentonó gacho para promover el quédate en casa.
En la línea de tiempo habrá que dilucidar si el viraje de esas comunas morenistas y su rechazo a asumir los acuerdos unánimes del Consejo Estatal de Salud que obviamente procuraban evitar el regreso al color naranja, fue por motivos políticos y en función de una estrategia electorera, sin que tomaran la previsión de que un par de días después la autoridad federal de salud coincidieran con la Estatal y que a partir de este lunes se apliquen las previsiones correspondientes al color de más riesgo de contagio.
Habrá qué ver hasta dónde llevan sus discrepancias con la Federación y el Estado cuando la salud y la vida de tantos sonorenses están en riesgo, cuando particularmente Hermosillo es uno de los municipios con mayor contagios y decesos de todo el país, sin que Cajeme ni Guaymas tengan cuentas tampoco muy alentadoras, frente a notable alza en la ocupación de espacios hospitalarios, principalmente en el sector privado, y la gradual alza de fallecimientos.
Habrá que ver qué variante da la rebelión de munícipes morenistas que sustentan con “datos científicos” para rechazar medidas del Consejo Estatal de Salud y luego la decisión del Consejo Nacional de Salud de mandarnos al color naranja, con la posibilidad de que rectifiquen dada su lealtad incondicional a instancias superiores de gobierno de Morena, quedándonos la duda si se atreverán al desacato y qué medidas se aplicarían para hacerlos entrar en razón.
Miren, de acuerdo al comportamiento de la pandemia a nivel mundial, está comprobado que más que el entorno laboral y comercial, si es que se aplican los estrictos protocolos sanitarios previstos en dichos ámbitos, el mayor índice de contagios se registra en la vida nocturna, antros, congales, restaurantes e incluso en familia y en ese sentido, compartimos la idea de la alcaldesa respecto a la necesidad de mantener la reactivación económica, mientras ésta no incida como fuente de dispersión del virus.
Por lo demás, vamos a reconocer que nos sorprendió la renuncia de Ernesto Gándara Camou a su militancia en el PRI aunque luego entendimos sus razones: es para estar en condiciones de hacer confluir en su condición ciudadana a diversas corrientes partidistas y de organismos intermedios sin partido, para que lo postulen como candidato a la gubernatura de Sonora.
Bien vale dejar una militancia de 44 años para allanar el camino en la construcción de una gran alianza que sume a priistas, panistas, perredistas, a ciudadanos sin partido y a liderazgos de la sociedad civil, dejando atrás trincheras de confrontación partidista de anteriores procesos electorales y facilitar la suma a su proyecto de miles de sonorenses.
Al bote pronto hubo reacciones propias de ignorantes o de convenencieros; de resentidos o tradicionalistas que no conciben que ante nuevas circunstancias, retos y urgencias nacionales, se requieren decisiones inéditas y creativas, con el fin de formular una estrategia incluyente que permita evitar que el Gobierno de Sonora sea asaltado por la corrupción y la incompetencia.
Se pretendió divulgar que la renuncia al PRI del mejor perfilado para ganar la gubernatura en la próxima elección, fue producto de discordias, cuando queda absolutamente clara la motivación de tal decisión: “mi renuncia no es ruptura, no voy hacia ningún otro partido, lo digo con toda claridad, firmeza y contundencia”, dijo a través de un comunicado.
“Al Estado le urge una gran alianza ciudadana, como grande Sonora, como grande es su gente, y como grande es el reto que tenemos enfrente”, estableció quien es posible que en el curso de esta semana se formalice como cabeza de los términos de la coalición PRI, PAN, PRD, así como segmentos de otros partidos políticos, para constituir un frente amplio por Sonora que lo postule como candidato.
Mientras tanto, a fin de cuentas no nos hizo quedar mal el Secretario de Gobierno, Miguel Ernesto Pompa Corella, al lograr mojar la pólvora y quitarle el petate de muerto a Javier Villarreal Gámez, quien como dirigente estatal de la CTM, amenazaba con estallar una huelga general de apoyo a reivindicaciones por demás focalizadas del sindicato de choferes del transporte urbano de Hermosillo.
En Entretelones de hace días apostamos que no habría estallamiento de huelga el 10 de noviembre y que se impondría la cordura y el oficio político frente a una situación de conflicto que no requería de los excesos anunciados por el dirigente cetemista, cuando además gravita la fuerte inconformidad del personal sindicalizado por la rapiña que es objeto de parte de su dirigencia.
Hubo acuerdo pues y fueron satisfechas las demandas de los choferes del transporte urbano, quedando todo reducido al rechazo de buena parte de los integrantes del sindicato a su corrupto dirigente, Apolinar Castillo, que incluso tomaron la calle para exhibirlo, sin dejar de lado el encono que Villarreal Gámez tiene en contra del director del transporte, Carlos Morales Buelna.
Como sea, mal para la CTM y su dirigencia el que en plena crisis por la pandemia, en un contexto de esfuerzos por reactivar la economía, hayan sacado las uñas y los dientes con el un conflicto prefabricado y recurriendo a excesos pretextando sacrosantos derechos laborales y que a fin de cuentas fueron respetados.
Y estuvimos muy atentos al seguimiento de la elección presidencial en Estados Unidos, que para los efectos de México tiene implicaciones de suma importancia y cuyo resultado reviste saldos de gran calado, lo cual sin duda obliga al gobierno de este país a una actuación responsable.
De acuerdo a la indirecta democracia gringa y a su sistema electoral, el presidente electo es Joe Biden y en función de lo que dicen los expertos, no hay forma ni recurso legal con el que Donald Trump pueda revertir el resultado, realidad que es ignorada por López Obrador al negarse a reconocerlo alegando y dando por buena la versión trumpista de que hubo fraude.
Contrario a la reacción de mandatarios de todo el mundo, el nuestro asumió una actitud incomprensible, cuando no se requiere de tanta inteligencia para concluir que sumarse a la rebeldía del racista es exactamente lo contrario a lo que asegura, porque de esa forma se entromete en asuntos domésticos que competen exclusivamente a los norteamericanos.
No satisfecho por el patético papelito que lo llevó a Washington para ser utilizado como propaganda de Trump con el fin de seducir el voto mexicano, ahora López Obrador llega al extremo de mantener una irracional lealtad a ese orangután que representa la posición más antimexicana en la historia del presidencialismo de Estados Unidos.
Obvio que el regreso a la coherencia a la Casa Blanca; la derrota del populismo atrabiliario; que se mande un mensaje inclusivo de parte del gobierno del país más poderoso del mundo; que los medios de comunicación y gobiernos anteriores ya no sean responsables de incompetencias, marcará tendencias mundiales, lo cual debe ser inquietante para López Obrador, quien ya no tendrá un espejo al otro lado de la frontera a partir del 20 de enero próximo.
Esperemos que la imprudente y lamebotas posición del presidente mexicano no tenga consecuencias nefastas, aunque como decíamos, con Biden quedarán atrás las catilinarias que frecuentemente vomitaba Trump contra los mexicanos y seguramente procurará elevar el nivel de la relación entre ambos gobiernos, sin que tengamos idea si la evidente inteligencia del presidente electo pueda empatar con un López Obrador con tan notables limitaciones intelectuales, esas que le permitieron fincar tan linda amistad con el jumento que a punta de votos fue expulsado de la Casa Blanca.
Por cierto, López Obrador a lo mejor andaba ofuscado cuando se negó a reconocer el resultado de la elección gringa, toda vez que la presión social lo obligó a dejar los placeres de una inocua gira por el Estado de Nayarit acompañado de la diputada federal Geraldine Ponce, para tener que contemplar desde un helicóptero los graves daños causados por inundaciones en Tabasco, destacando que lo único que hizo fue ordenar soltar más volúmenes de agua y recomendar que la gente que vive en zonas bajas busquen refugio en zonas altas.