#DespiertaSonora
Ciudad de México.- Morir intubado por Covid-19 es fallecer en silencio, sin la posibilidad de despedirse de los seres queridos, y cuando a las complicaciones propias de la enfermedad se agrega la falta de insumos para dar una atención adecuada, es una muerte sin dignidad.
“El paciente muere ahogado, con un tubo en la boca, con un ventilador que, en vez de beneficiarle, lo está restringiendo; hay expedientes en los que se ha evidenciado que no se les intuba no porque no sepa hacerlo el médico o no se tenga la capacidad o el conocimiento, sino porque no se tienen los recursos, y obviamente fallece, o intubado, muere con dolor, muere con poca dignidad”.
Son palabras de un urgenciólogo del Hospital General Regional del IMSS número 2 (HGR-2) El Marqués, en Querétaro, quien lidia cada día con la falta de medicamentos de sedación, analgesia y bloqueo neuromuscular, indispensables para mantener estable y sin dolor a pacientes que requieren ventilación mecánica.
“Llevamos desde agosto-septiembre exigiéndolos, se han tenido juntas, reuniones, comisiones; un día existe un medicamento, un día se surte otro, un día hay ventiladores, otro monitores; aquel paciente que tiene mucha suerte y le tocó monitor, ventilador y medicamentos tiene buen pronóstico, pero si llega donde no hay ventiladores ni monitores ni bombas de infusión ni medicamentos, pues va a fallecer, ésa es la regla, no es tanto que tenga 70 o 20 años, la regla es que, si en el momento existen los insumos, podrás tener una oportunidad”, explicó.
No le dan fusil para la guerra, pero lo investigan
Uno de los días más complicados durante la pandemia fue el turno nocturno entre el 16 y 17 de noviembre, los hechos de aquel día tienen hoy en vilo la continuidad laboral del urgenciólogo, pues se abrió una investigación por su actuar de esa noche.
“Imagínate, tener una paciente de 35 años que tiene la necesidad de intubación y cada vez que se le requiera pasar el tubo a través de la garganta no se tenga con qué dormirla, con qué sedarla, y tenga que pasar el tubo a través de su garganta sin que se pueda hacer algo más, como paciente y como médico”.

Excélsior tuvo acceso al chat de médicos y autoridades del HGR-2. Desde las 9 de la noche con 12 minutos del lunes 16 de noviembre, el médico preguntó por la existencia de los medicamentos: “Buenas noches sólo para pedir el estatus de medicamentos de sedación, relajación, gracias. Estatus de accesos venoso centrales. ¿Estatus de bombas de infusión?”.
A las 9 de la noche 22 minutos el médico agregó: “¿Cuál es la estrategia ante dicho desabasto?”. Cuatro minutos después expuso la situación de otro paciente: “Ni accesos venosos, no control de goteo para antirrítmico, sin llaves de tres vías, disculpen, pero en estos casos de desabasto ¿cuál es la indicación?”.
Las bombas de infusión son otro de los faltantes que el doctor y sus compañeros han venido señalando a la dirección del hospital. Con ellas se controlan los medicamentos, cuyas dosis requieren de precisión gota por gota.
“Hoy por hoy, en la institución no se cuenta con bombas de infusión, se dejan a libre demanda, a goteo, a lo que la gravedad les pueda dar, y el paciente va a empeorar. ¿Y cuándo te vas a dar cuenta? No te vas a dar cuenta porque el paciente no tiene un monitor”.
En el chat del HGR-2 nadie había respondido las preguntas del médico. A las 9:39 insiste en la necesidad de los medicamentos: “Sólo conocer la respuesta de la alta dirección. En caso de no contar con los insumos mínimos necesarios, como ya se había estipulado previamente y se había acordado en minuta… rompiendo los derechos de los médicos y de todo el personal. ¿Cuál es la decisión a tomar?”.
De inmediato envía otro mensaje: “Tengo paciente con necesidad de intubación, ya aceptó y no cuento con recursos. ¿Sólo se estipula en la nota dicho desabasto?”.
Ninguna autoridad respondía, a las 10 de la noche con ocho minutos un integrante del turno vespertino se unió a la exigencia de insumos.
“Doctora Gay (Miriam Gay, directora del HGR-2) de la manera más atenta, por favor, apóyenos con material con sedación, usted puede buscar una estrategia o no se con quién tenga que pedir apoyo, esto está rebasando, todos están llegando a morir a choque, no hay sedaciones, no hay bombas de infusión, a necrosar extremidades, bueno, si es que llegan a eso, no hay catetes (catéteres) y la gente llega pensando que los vas a ayudar; que tal vez por su idiosincrasia, incredulidad o ignorancia no se cuidaron, o tal vez sí, pero nuestro deber como médico y como atención al derechohabiente, los tenemos que atender, pero no hay con qué atenderlos, por favor, autoridades máximas hagan algo, es desgastante pedir y dice Cendi: no hay, no hay y no hay”.
Las autoridades seguían sin responder, el médico envió un mensaje más siguiendo la línea discursiva de su compañera.
“Increíble el poco apego y nula cordialidad. Aquí se encuentran nuestras autoridades. Ya leyeron el chat y no hay respuesta. Pueden pasar las horas y días y no habrá respuesta. Basadas en la ética de no me voy a pelear en un chat… cuando un líder sólo preguntaría: ‘¿Qué podemos hacer juntos? ¿En qué ayudo? Disculpen todos los compañeros por abusar de este chat, sé que deben descansar, pero no encuentro respuesta de ninguna jefatura ni de nadie”.
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