TIEMPOS TRAEN TIEMPOS
ARMANDO VÁSQUEZ A. / COLUMNISTA
#DESPIERTASONORA
HAY UN ALGO que por su profundidad debe ser estudio de sicólogos y sociólogos, por supuesto que politólogos y cualquier otro estudioso de la sociedad, para comprender el futuro que se nos vendrá en el mediano o largo plazo y en base a ello, incluirlo en futuras planificaciones del nivel que quiera.
El significado de pertenencia denominado “coleto” tiene diferentes acepciones en el país y en el mundo, pero el más común es aquel que establece que se le puede considerar así, por ejemplo, a los nacidos en Hermosillo pero hijos de los dos papás nacidos aquí.
En el caso particular, mi señora esposa y un servidor nacimos en Hermosillo y nuestros hijos también, ellos son coletos, nosotros no porque nuestros papás no nacieron en este municipio. Luego, nuestros nietos, en caso de nacer en la capital, se convertirán en auténticos coletos, porque serán hijos de padres y abuelos nacidos aquí.
¿A dónde voy con esto?
Ahorita vivimos en Hermosillo una etapa naciente de coletos, no es la mayoría, es cosa de hacer un estudio, pero un hecho real es que va creciendo esta nata. Llegará un momento en el cual sean tantos que el sentido de pertenencia será diferente al de los papás y mucho más al de sus abuelos.
La formación mental de estos coletos a su vez se nutre de los nuevos avances tecnológicos, de la gama de pensamientos que pululan en el mundo, es por lo cual, el interés por la ecología se incrementó en estos jóvenes, más que con sus antecesores, como detalle.
Actualmente en el caso de Hermosillo, de Sonora y del país, me quiero imaginar que estamos en esa transición que insisto, está en pañales, pero hay legisladores que piensan que son los más y que de alguna manera define el pensamiento de la sociedad, fuera de las clases sociales, estratos económicos existentes e ideologías, lo cual es falso.
Los coletos, nuestros hijos, están conformando su nueva forma de pensar, sentimiento social, aún pues, no es su tiempo pues su idiosincrasia está en ciernes. Tendrán en su momento otros pensamientos diferentes a los que actualmente sostenemos el gran grosor de la sociedad actual.
Es tiempo nuestro pues, por quienes estamos formados y sustentados en tradiciones de nuestros padres y un poco de los abuelos mismos pensamientos que se desdibujan de manera natural.
Podrá pensar que las políticas públicas van dirigidas a los jóvenes actuales como ese detalle de que se aprobó el aborto. Pero a quien golpea esa decisión, ¿a los jóvenes o a sus padres?, entraríamos a un debate que requiere mucha letra más sin embargo los hacedores de este país aún somos nosotros, usted que me lee, aun no son nuestros chamacos pero esa es una ley que nos pega.
Está signada fuera de tiempo pues nos quita la posibilidad de incrementar las enseñanzas que hemos recibido de padres y abuelos y que queremos transmitir adecuadamente a nuestros hijos quienes ya sabrán qué hacer con los consejos que les damos. Lo mismo ocurre con las drogas que se acepten legalmente, matrimonios igualitarios y con todo aquello que pegue en la casa.
Por eso cuando dicen los políticos que aceptan las manifestaciones, “las decisiones de la sociedad”, me pregunto ¿a cuál se refieren y qué indicadores tienen?
Porque hay una enorme diferencia entre lo que quiere, requiere o establezca como necesario de parte de esa sociedad que ahorita quienes la conformamos en su mayoría no somos coletos, para contextualizar y entender la idea del otro tipo de estrato que busco explicarle.
Lo que se hace en estos momentos es imposición de nuevas leyes no acorde con los requerimientos del grueso social lo cual se convierte en la imposición de una ideología lo cual, aunque cuente con validez legal, no tiene aceptación de la moral que sostenemos usted y yo.
Otro ejemplo, viene una ley federal contra el chanclazo, el coscorrón o la nalgada que atenta contra los derechos de los niños. Nuestros padres o abuelos fueron educados así, pero nuestros hijos no o bien, los hijos que fueron creados así hoy no quieren que sus chamacos reciban ese tipo de castigos como lo pensamos gran parte de los padres actuales que, si castigamos porque los queremos, pero no con la virulencia de antaño qué rechazamos.
Lo que hacen los legisladores es acotar esa transición de abuelos, padres, hijos, nietos y llevarnos a una vía en la cual quieren que caminemos. Por eso insisto en que están fuera de tiempo. Recuerde lector que los cambios generacionales se refrendan cada veinte años pero de manera gradual. Los grandes cambios son de largo plazo y tienen que ser naturales, sin necesidad de empujarlos por la vía legal.
¿Por qué esa prisa por cambios sustanciales en las familias?, ¿para destruirlas?, ¿para imponer nuevos modelos golpeadores de las enseñanzas que se transmiten de manera generacional?, ¿con qué fin?
Que la corrupción, el robadero, la delincuencia, todo aquello que nos perjudica es una consecuencia de la negativa formación en la familia, puede ser, pero no es la generalidad, ¿porque tanta impunidad en el ejercicio del poder del Estado que para eso están?, ¿por qué no los castigan?
La labor de los papás es generar hijos buenos y los que se salen del huacal, deberán pagar sus consecuencias allá afuera, donde es trabajo del gobierno sostener la armonía en el pueblo. Pero poco ayudan cuando les dan alas para que olviden los aprendizajes aprendidos en el seno familiar.
Mi hijo me preguntó cuándo se adopta una actitud negativa, y no fue lejos por la respuesta: “por que la sientes. Tú sabes cuando tu decisión no es la adecuada. En tu interior sabes que eso que vas a hacer esta bien o mal. Se siente. Se le llama conciencia y eso se refuerza en la casa”.
No entienden los nuevos legisladores que en su voto deben prevalecer las enseñanzas recibidas en sus casas, no las tónicas políticas del momento y mucho menos regirse por esa falacia que llaman la “necesidad” de la sociedad en base a un designio de quienes les dominan políticamente.
Ojalá recuerden que tiempos traen tiempos.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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