GOLPETEO DE LA DIGNIDAD…
ARMANDO VÁSQUEZ A. / COLUMNISTA
#DESPIERTASONORA
LO ÚLTIMO QUE PIERDE un país es su identidad como nación y la patria como concepto unificador se disuelve. Quienes estudian el comportamiento de los pueblos aseguran, primero que fue gracias a las tradiciones y costumbres de nuestros antepasados como se conformaron las creencias de hoy. Allí van incluidos valores y principios morales. Todavía en los sesentas y setentas y una piscacha de los ochentas, era posible confiar en la palabra dada, por citar un ejemplo “sencío”.
En el caso de Sonora caímos en el lado oscuro, cuando se nos tachó de sinvergüenzas y vaquetones, desde el momento en que se dejaron de pagar deudas tanto a bancos como a otros tipos de entes financieros. Hay quienes alegan que ello inició a principio de los ochentas cuando se tambalearon algunas características personales propias como el orgullo y el cuidado del qué dirán y los hay aquellos que alegan que fue a principios de los noventa… en ambos casos, justificamos nuestra degradación –porque nunca tenemos la culpa–, con las respectivas devaluaciones económicas ocurridas y por el desgaste propio de nuestros líderes de todo tipo.
Así, los sonorenses empezaron a convertirse y acrecentar su fama de léperos cuando con se quería mantener un status perdido y con engaños y mentiras conseguían préstamos, beneficios –¿recuerda cuando los ricos decidieron cambiar a sus hijos a universidades públicas?– y ello conllevó a la conformación de una nueva forma de ser donde el gandallismo como tal empezó a prevalecer y los escrúpulos se escaparon por la ventana. Es una tónica de la aún cual no podemos desarraigarnos. Permeó este tipo de salvajismo en los diferentes sectores.
Por ejemplo, en lo referente a la construcción de viviendas, los fraccionadores una vez con el terreno en mano y asegurada la compra de la futura casa, solicitaban préstamos para inicio de operaciones con organismos financieros intermediarios como las sofoles, sobre todo y cerraban contratos con los bancos por el lado del futuro comprador. El hecho es que el banco pagaban, el cliente recibía su casa y el fraccionador/constructor no le pagaba a la Sofol cometiendo trinquetes al por mayor, sin pudor y sin vergüenza. Ya se ha de imaginar las consecuencias.
Ese caminito no se ha enderezado a la fecha y hay hartas demandas de todo tipo al respecto. Son sonorenses a quienes les valen madres los contratos al cabo que la ley tarda años en ejecutar sus acciones. Ejemplos similares abundan en el que dan gato por liebre o bien, el chingaquedito predomina en cualquier tipo de negocio o negociación.
Y empieza todo desde lo pequeño, cuando se miente ante la pregunta ¿cuántos tacos fueron?, o bien, cuando te dan cinco pesos de más en la feria del mandado y no lo devuelves y ¿qué le parece?, lo más ruin, cuando tu nana confunde el valor de las monedas y dejas que se equivoque. Es no tener madre.
Recuerdo que se escribían novelas o se hacían guiones para películas cuando se cometía un crimen atroz. Hoy perdimos ya la capacidad de asombro, de santiguarnos si veíamos un muertito en la calle y las notas de matanzas entran por un oído y ojos como si quisiéramos enterarnos rápido para olvidar rápido. Caray, perdimos hasta la empatía por el dolor ajeno, ya no nos duele cuando las madres buscadoras encuentran osamentas. Dejamos de rezar y pedir por esas almas torturadas.
Incluso nos parece hasta justo que si matamos a un delincuente que entre a nuestra casa lo más seguro es que lo tiremos al monte para quitarnos de congojas posteriores.
¿Me explico lo que hemos estado perdiendo?
Cuando la sociedad pierde el sentido de la dignidad se inicia el camino de no retorno para que se impregne la mentira como una herramienta de vida reforzando el engaño y las verdades a medias que se convierten en el pan nuestro de cada día y las incorporamos y damos validez en nuestra esencia de pueblo. Eso está logrando Amlo con su actitud al no colocar límites a sus decíres.
Así pasará a la historia, –tal y como ocurrió con Peña Nieto a quien se le recuerda por sus pendejadas– López Obrador será recordado por sus mentiras (68 mil en las 700 mañaneras), por darle valor a la falacia y reforzar la cauda de sobrenombres degradantes y divisorios. Vaya, hace rato que no escribía la palabra “pendejadas” porque se me hacía vulgar.
Cuando no se castiga a quienes violentan la ley, a los que cometen fechorías sin ton ni son, cuando poner la otra mejilla no funciona y vemos que la pudedumbre y el mal gusto son recompensandos al ser reconocidos ¿qué se le antoja hacer, estimado lector?
Habrá quienes quieran correr a Amlo de la presidencia el próximo diez de abril, el día de la revocación de mandato, pero el mal ya está hecho, no podemos regresar al pasado. Habrá sus consecuencias y las veremos en el cortísimo plazo pues hay una espiral de indignidad que comenzó a girar y no se podrá detener, pero no en el pueblo, sino en los jefes de malandros, por eso veremos más alcaldes y funcionarios de otros tipos asesinados por las fuerzas del mal que se sintieron golpeadas en su dignidad.
Me pregunto si no irán a encender la mecha. Veamos qué pasa en esta semana.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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