EL GRAN HERMANO
ARMANDO VÁSQUEZ A. / COLUMNISTA
#DESPIERTASONORA
EN 1949 GEORGE Orwell escribió la novela política catalogada entonces como de ciencia ficción: “1984”.
Escribe Orwell sobre un régimen opresor en el cual da vida a una figura llamada “El Gran Hermano” como representante de una cúspide piramidal en la que, más abajo se localiza una oligarquía que conforman un dos por ciento de la población, luego le siguen os integrantes del partido político y al final, un 85%, está constituido por la prole. Es un poder sustentado en una estructura sostenida por la fuerza de una policía militarizada.
Maneja cuatro grandes ministerios, el de la Verdad que es el encargado de manejar la mentira y la falsedad informativa como herramientas de dominación, asimismo genera la estrategia denominada “Dos minutos de odio”, que es la ración diaria publicitada y necesaria para hacer funcionar el sistema, controla el pensamiento en base a diferentes tácticas opresoras y sistemáticas; manipula la historia bajo el estigma: “Quien controla el presente controla el futuro. Quien controla el pasado controla el presente.”
Textual:
“Llegará un momento en que el tiempo se estanque, pues, como todo cuerpo perfecto, la entropía habrá desaparecido y se encontrará en estado de reposo absoluto. Sólo en ese momento darán igual el pasado y el futuro, puesto que sólo se vivirá en el presente”.
Su modelo es la aplicación del doblepensar bajo un esquema que establece: La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza. Falsea la realidad, la cual es verdadera si la establece dicho ministerio que manipula a los proletarios de manera tajante. Es lo que Sam J. Lundwall define en su Historia de la Ciencia Ficción como “la pesadilla con aire acondicionado”.
Los súbditos del Gran Hermano controlan la sexualidad, es xenofónico, prohíben el amor como motor de cohesión de la sociedad y presentan como alternativa el odio a lo extraño, al extranjero, a quien esté contra el partido. En su búsqueda del control social, destroza la individualidad al alinear al ciudadano y hacerlo incapaz de pensar por sí mismo.
Identifica dos enemigos, el físico que incluye desde personas hasta naciones y el ideológico que son aquellos que no apoyan su forma de gobierno a quienes tacha de traidores. Y en un nivel más profundo de cohesión del sistema, si los enemigos no son suficientes, el ministerio se encarga de inyectar en las mentes de la población que no sólo hay que amar al Gran Hermano sino también hay que agradecerle el bienestar actual. Su grandeza.
En esa dictadura se ejerce un autoritarismo sin límites. No hay participación ciudadana, ni un parlamento, aunque fuese ficticio, no hay que convencer a nadie de las bondades del régimen. Al estar cerrado al exterior, el Estado no tiene que rendir cuentas a institución o potencia extranjera alguna. Al ser la dictadura perfecta, la opinión pública es irrelevante. Es más: la opinión pública no existe.
Otro, es el Ministerio del Amor, que busca que la aplicación de la violencia para ejercer el control social sea el último recurso, aunque soterradamente violenta a quienes no son seguidores del Gran Hermano que todo lo ve y a quien hacen aparecer como un dios bíblico ejerciendo su castigo o bien, lo convierten en una figura casi paternalista. Modela las mentes a su antojo. Es atroz con los desleales.
Aplica la violencia intelectual y física para perpetuar un estado de terror y opresión y no sólo eso, sino que lo hace con el beneplácito y la firme adhesión y convicción de los ciudadanos oprimidos. Es una bota aplastando un rostro humano…incesantemente. Desaparece el “yo”, el alma, la intimidad. Se aplican estrategias de represión del otro Ministerio, el de la Paz que engloba a las fuerzas de seguridad y del ejército utilizando entre sus tácticas la persecución, el acoso, la tortura y la búsqueda de disidentes del sistema en base a la creación de supuestos enemigos del Gran Hermano con anzuelos de engaño para acabar con quienes buscan traicionarle.
El cuarto Ministerio es el de la Abundancia, al que corresponden los asuntos económicos y busca la distribución de la escasez, el incremento de la miseria como un estado de bienestar que es el orgullo del Gran Hermano, que conlleva a la prole a pensar en que no necesita más que lo necesario para ser feliz.
Se crea una sinergia tal que el Gran Hermano, luego de generaciones futuras adoctrinadas que olvidaron el pasado y se acostumbraron al nuevo presente, se convierte en un fantasma al cual adorar pues es finito de tal manera que llega un momento en que deja de ser un partido político o una persona y se convierte en el Estado mismo.
En la novela “1984” el Gran Hermano es bueno, es la esencia y elemento unificador del Estado, es amor; los enemigos externos e internos son aquellos que amenazan con disgregar el Estado, es odio. Sin el uno, el otro no podría existir. El Gran Hermano necesita a esos perros traidores para que su dictadura y el estado de guerra perpetuo –que su régimen mantiene– adquieran algún sentido.
Siguiendo la lógica de la novela, el Gran Hermano tiene agentes muy poderosos encargados de perpetuar al Partido en el poder. El Ministerio del Amor es el más notable. Todo el peso del Estado se encamina a mantener a los súbditos fuera del alcance de la nefasta influencia de los enemigos.
Hasta aquí, mejor lea este libro de ciencia ficción escrito en 1949 que puede bajarlo de este link: https://wjccschools.org › uploads › sites › 2019/05
EN FIN, por hoy es todo, el lunes le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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