DE FUNCIONARIOS Y PROBLEMÁTICAS…
ARMANDO VÁSQUEZ A. / COLUMNISTA
¿A QUÉ SE VAN A enfrentar los funcionarios estatales reubicados en nuevos cargos?
El del Isssteson, Froylán Gámez Gamboa, debe aprender en cabeza ajena pues su nueva responsabilidad no se trata únicamente de trabajo al interior, sino contar con buena mano zurda al exterior.
A lo mejor le ayuda que siempre se ha manejado con perfil bajo pues de seguro que entendió que el protagonismo no le lleva a nada bueno y sobre todo cuidar mucho su trato con Hacienda y Oficialía Mayor y no desesperarse cuando no pueda pagar las pensiones, mucho menos encabezar marchas de los pensionados como lo hizo su antecesor en dos ocasiones.
Discreción en todo, hasta en su casa pues no se vale que la remodele a los meses de estar en esa institución lo cual despierta sospechosismo inmediato. Eso sí, deberá establecer una metodología que le permita ofrecer información con mayor claridad como el asunto de la compra de medicamentos que se manejaron en su mayoría bajo adjudicación directa lo cual provoca el levantamiento de cejas.
Que se olvide de ocupar un cargo de elección popular y preponderar el mantener claridad en su trabajo, sobre todo a Contraloría en algunos rubros como la controversial adquisición del equipo de imagenología que se adquirió con claroscuros. Y ojo, si aprieta un poco más se dará cuenta de cómo dejaron los procesos en los que intervienen proveedores en su interacción con finanzas y el encargado de compras.
En el caso de la Secretaría del Trabajo, donde tomó las riendas Francisco Vázquez Valencia, requiere de llegar con un nuevo equipo –subsecretarios y presidentes de las juntas de conciliación–, pues es una dependencia con una línea muy delgada que se rompe fácil en materia de corrupción.
La bronca principal a la que se enfrentan quienes llegan a esta posición son los fuertes agarres que suelen ocurrir con el secretario de Gobierno, funcionario que por lo general busca imponer su punto de vista por sobre el del secretario del Trabajo y se estrellan cuando ambos ven diferentes escenarios de un mismo tema. Esto ha sido eterno en todos los sexenios.
En el caso del Sistema Estatal de Comunicación Social del Gobierno de Sonora fue nombrada Paulina Ocaña quien era la directora de Telemax. Lo primero que se puede observar es que ese famoso sistema no existe ni en el organigrama, ni en el presupuesto. Podrá contar con atributos en el manejo informativo, pero eso siempre ha sido así.
Se va a dar cuenta, como lo sufrió su extitular Edgar Sallard, que casi todos los funcionarios de primer nivel se sintieron dueños de esa posición y maniataron una y otra vez cualquier decisión que quisiera tomar.
Lo primero que se tiene que ganar es un espacio propio. La puso el gobernador para que no se la coman todos los que rodean al Ejecutivo. Debe establecer un plan de trabajo como carta de presentación si busca respeto, primero y funcionalidad, segundo.
Se va a dar cuenta que quienes le apoyan –incluyendo los enlaces de comunicación de las distintas áreas–, perciben una baba de sueldo, situación que les debe mejorar si quiere limitar la rotación de personal y enfocar las baterías a incrementar la percepción de buen gobierno de la periferia al Ejecutivo que no necesita de agallas para nadar. Aunque claro, su atención y manejo de la agenda debe ser constante.
A estas alturas, me imagino, ya tiene estudios en los que debe tener analizados el tema de percepción por secretaría y del mismo Alfonso. Quiero pensar en buen plan que ya cuenta con las estrategias para elevar el nivel de notoriedad de aquellos que debe cuidar, así como los indicadores que le permitan reforzar los puntos débiles.
Y claro, también debe contar con un listado de necesidades de herramientas que le permitan mejorar su trabajo pues no todo es redes sociales, por un lado y por el otro, por el amor de Dios, que le meta mano a la ineficiente página web de gobierno a la que suben los boletines.
Quiero suponer a su vez que cuenta con una estrategia de manejo de medios en los que, por lo menos, cuente con un área de relaciones públicas.
El grave problema de la jefatura de oficina del ejecutivo (a cargo ahora de Adolfo Salazar Razo), es que traslapan las actividades y se inmiscuye en todo. Lo ideal es que se divida junto con el secretario de Gobierno, las responsabilidades por rubro.
Es decir, el jefe de oficina debe tener jurisdicción sobre unas secretarías y dejar por fuera seguridad y manejo de la política interior y exterior. De allí en fuera, tiene injerencia directa en el resto del gabinete. Si no lo entiende así, veremos un incremento de grillas internas muy fuertes.
El detalle en todo esto que llaman gobernanza es que se trastocan los intereses y olvidan que los únicos que deben de prevalecer son los del gobernador y los que él establezca. A su vez, no han aprendido a diseñar un manejo discrecional de comunicación para comprender qué temas son primordiales y cuales deben tratarse después, para lo cual deben establecer un método que les permita conocer ese tipo de preponderancias para que el gobierno camine con eficacia.
Por cierto, la lección aprendida con estos cambios es que nadie es dueño de sus puestos y siempre deben estar preparados para dejarlos al siguiente día y trabajar bajo este modelo. Ya veremos si los cambios dan resultados. Será cosa de esperar meses más, meses menos.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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