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despierta sonora

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ALEGORÍAS

Abr 25, 2023

¿¡Un tatuaje!?
Jesús Huerta Suárez/COLUMNISTA
#DESPIERTASONORA
Me refrescaba a la orilla de la alberca en un hotel en Scottsdale, Arizona. El calor y la sed me sugirieron pedir una cerveza bien helada al primer mesero que pasó por el lugar. A los pocos minutos, ya la estaba disfrutando.  

Cuando me sirvió la segunda cerveza, el mesero me preguntó que si de qué parte de México era, y le dije que de Ciudad Obregón, Sonora.  Y me contestó que él era de un pueblo de Jalisco. Ni tardo ni perezoso se sentó junto a mí y comenzó a platicarme de su vida en Estados Unidos. Me dijo que extrañaba mucho,  pero que por el momento no podía salir de Estados Unidos, pues hacía unos meses, cuando su esposa le hizo saber que ya no lo quería, y sin recato alguno, ella se trajo a vivir a su joven amante bajo su mismo techo. Él, con tal de estar cerca del hijo que tenía con su esposa, le permitió tal decisión y sólo se cambió de recámara. Además, dijo, que apenas compartiendo los gastos de la casa con su ex mujer podría salir adelante.  

Bastaron un par de semanas para que la situación lo hiciera querer regresarse a México. Pero no lo hizo solo, subió al niño al carro y se vino. Al llegar a la frontera con Nogales, la policía ya lo estaba esperando y lo metieron a la cárcel por un tiempo por intento de secuestro.

Trago a trago, el mesero me fue contando más detalles de su vida. Recordó cuando estuvo en prisión por tráfico de drogas y portación de armas. Me contó con orgullo que después de tanto tiempo de andar sobreviviendo de vendedor urbano apenas lo hubieran atrapado. Recordó los tiempos difíciles que vivió cuando era adicto a la heroína y que lo llevó a hacerse alcohólico en el intento.  

Reveló, también, que lo habían corrido de su anterior trabajo porque un día se le ocurrió llevarse a su casa unos muebles y unas herramientas que estaban en la bodega de la empresa en donde trabajaba. Nunca pensó que lo notarían, pero fue lo contrario. No levantaron cargos, así que sólo se quedó sin trabajo una vez más.  

Esa chamba de mesero en el hotel,  dijo que la consiguió por ser primo del dueño. Y así, poco a poco y trago a trago, me contó todo un rosario de tranzas, triquiñuelas y deslices a la disipación sin freno, yo, como queriendo participar en la plática, absurdamente, le pregunté:  

¿Y, traes algún tatuaje que te guste mucho?  

— ¿¡Un tatuaje!? — me preguntó, sorprendido…

— ¡No¡ ¡No tengo ningún tatuaje!,  los tatuajes no van con mis valores morales

No me quedó más que sonreír y pedirle otra cerveza.
“Es fácil auto engañarse, es fácil rajarse, lo difícil es comenzar de nuevo”
Billy Idol

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