Definirá elección el voto joven
ARMANDO VÁSQUEZ A./COLUMNISTA
#DESPIERTASONORA
EN LA VOTACIÓN del 2018 se combinaron tres factores que llevaron al triunfo a López Obrador, hartazgo (actitud antisistema), esperanza y fe, en el mismo plano.
A cinco años de distancia dichos factores no tienen el mismo brillo y además están revueltos. El hartazgo y la esperanza emergieron contra el ahora gobierno, pero no arriba de la fe, y allí están las encuestas que evalúan negativamente lo hecho, pero no a López Obrador.
Veamos.
La fe y la esperanza son dos conceptos que a menudo se confunden y se usan indistintamente. Sin embargo, hay una distinción importante entre ambas:
Fe: Se refiere a la total confianza en algo, implica creer en una serie de hechos y confiar en ellos. La fe se refiere a una convicción firme en algo sin necesidad de evidencia visible o empírica. Es una creencia profunda que a menudo se relaciona con lo divino o espiritual, pero también puede aplicarse a las convicciones en principios o ideas.
Esperanza: Es la expectativa ferviente de que algo bueno sucederá. La esperanza es un sentimiento de expectativa y deseo que ocurran ciertos eventos o resultados. A diferencia de la fe, que es una creencia segura y a menudo inquebrantable, la esperanza admite la posibilidad de incertidumbre y se enfoca en la perspectiva de un futuro positivo.
Aunque están relacionadas, la fe y la esperanza son distintas y se complementan en la vida de las personas. La fe es la raíz de la esperanza y la esperanza alimenta y fortalece la fe. La fe brinda la certeza de que hay un plan y un propósito en la vida, mientras que la esperanza nos impulsa a perseverar incluso en momentos de dificultad.
Las candidatas a la presidencia se están peleando por enviar el mensaje adecuado, aunque, en el caso de Xóchitl, dividieron los mercados.
Claudia mantiene que la fe puesta en el presidente le alcanzará para ganar la contienda. Su estrategia radica en la continuidad (no requiere elevar la fe) y ha estado manejando mensajes diferentes –sin el permiso de Amlo o tal vez sí–, tratando de amainar el hartazgo y elevar más la esperanza que están desequilibrados, como dijimos al principio.
Lo que más conviene a la 4T es que la votación sea mínima, que prevalezca el abstencionismo, y que le funcionen sus estrategias de desanimo para aminorar la asistencia a las urnas de aquellos que consideran que no es necesario su sufragio si ya tiene de antemano ganada la elección, acción que se finca en sus encuestas.
A esto hay que sumarle que el presidente, bajo el esquema de divide y vencerás, puso una vara alta para asegurar un voto duro a su favor sostenido con los amplios programas sociales y el recurso monetario suficiente para obtener el triunfo en los 23 estados que gobierna Morena.
Pero ojo, ni en 2018 y 2021, lograron aumentar la participación de los jóvenes más menos 30% de la población votante que apenas llegó a máximo un 40% y nos quedan algo así como 18 millones por capturar. Apetecible.
A este sector se dirigirá Xóchitl y su equipo consciente de que no hay nada qué hacer con aquellos mexicanos que sudan Amlo que, en análisis ya hechos, se observa que es factible empatar y posiblemente superar, con la suma de aquellos considerados clase media, desilusionados y afectados indirectos por diferentes causas.
Lo interesante de esta vertiente es el único estudio realizado por México Elige (de febrero y hasta hoy) en el que analiza diferentes aspectos de jóvenes de 18 a 24 años y de 25 a 39, que usted puede consultar en este link: https://n9.cl/a7pz4
Conforme al estudio, un 58% le da su aprobación a Amlo, un 50% votaría por Morena, 20% por el PAN y 11 % por el PRI. De los 18-24 un 51 por ciento favorece a Claudia y un 41% a Xóchitl y de los 25-39 años, la diferencia entre ambas es de 14 puntos.
Las redes sociales (en un 73%) son su fuente de información confiable y que les conforman una percepción política, de hecho, más de la mitad la utilizan para intercambiar puntos de vista con sus amigos, la mayoría hasta en tres ocasiones a la semana.
En cuanto a su preocupación por temas se tiene: educación, salud pública, economía, seguridad (preponderante) y medio ambiente. El 56% piensa votar, hay un 22% de indecisos y un 20% que no. El 47% se ha arrepentido de votar anteriormente, el 71% dijo que no le han ofrecido algún incentivo de cualquier tipo, un 65% no ha participado en marchas y un 80% no pertenece a organización política alguna.
El 86% consideró que sí pueden hacer el cambio a pesar del desinterés persistente de su parte.
Por lo pronto los spots de Xóchitl van dirigidos a este segmento. Están muy xingones. El detalle será ver si le alcanzará el tiempo para enamorarlos.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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