Por Alberto Vizcarra Ozuna
Se tiende a calificar al Secretario de Agricultura, Julio Berdegué Sacristán, como un incompetente. Si la medida es en razón de la recuperación de la agricultura nacional, efectivamente Berdegué es un incompetente; pero si se trata de proteger a los grandes importadores de granos y alimentos, que inundan el mercado nacional y descapitalizan a los productores mexicanos, el Secretario es muy eficiente.
La incondicionalidad mostrada por Berdegué a los grandes importadores, se expone cada vez que responde a los reclamos de los productores nacionales diciéndoles que frente a las crecientes importaciones indiscriminadas de granos “no se puede hacer nada”. Es una conducta típica de la mayoría de las personalidades que han hecho huesos viejos en los corrillos de la burocracia. Más cuando prestan sus servicios a organismos multilaterales. Se acostumbran a inclinarse ante los poderes fácticos y aunque no se puede decir que le “venden el alma al diablo”, es claro que se despersonalizan; pierden sensibilidad social y se hacen arrogantes frente a los que consideran débiles.
Esa es la conducta que mostró Berdegué, al impedir la entrada de los dirigentes del Frente Nacional por el Rescate del Campo Mexicano (FNRCM), Balta Valdez y Yako Rodríguez, a la reunión del 17 de octubre en la Secretaría de Gobernación, con productores de maíz de la región del Bajío, resultado del paro nacional agropecuario ocurrido el pasado 14 de octubre, en el que los productores demandan precio justo para la cosecha -ya en curso- de maíz primavera-verano; así como la salida de los granos básicos del esquema comercial que impone el TMEC, el cual sujeta el precio de los mismos a la Bolsa especulativa de Chicago, dominada por grandes corporativos agro-financieros.
Así es Berdegué, el hombre nacido en Escuinapa, al sur del Estado de Sinaloa, en las colindancias con Nayarit. Hijo de una familia acomodada, ligada al turismo y otros negocios, con la solvencia económica suficiente para mandar al hijo a estudiar al extranjero y soportarle una carrera que le permite presumir una “currícula brillante” oscurecida con su conducta prepotente y altanera.
El tamaño de la vanidad de una persona se mide por la jactancia de su currícula. La de Berdegué es abultada. En la pagina oficial se presume la serie de grados académicos, publicaciones internacionales y pertenencia a entidades globales. Tiene una pila de libros escritos, son tantos que ninguno se puede distinguir, menos en el ámbito de los productores.
El problema es que Berdegué está a cargo de un puesto crítico en el momento en que el campo mexicano es el vértice de la disfuncionalidad terminal del modelo económico neoliberal, con una crisis no registrada en todo el período posrevolucionario de México. Es cierto que la eventual salida del funcionario no resuelve el problema, pero su permanencia sí lo empeora.
El gobierno de Claudia Sheinbaum, debe de aceptar el diálogo con el FNRCM y debe de admitir la agenda de discusión propuesta por los productores que tiene como eje la salida de los granos básicos del TMEC, la instrumentación de una política universal de precios de garantía y la edificación de una Banca Nacional de Crédito Rural para poder revertir la profunda descapitalización del campo mexicano y sus productores.
¿Qué se puede hacer con Berdegué, en estos momentos? Hay muchas opciones, pero lo emergente es reconocer que no tiene la capacidad emocional para lidiar con la presente situación. Hay convergencias desafortunadas y el campo se encuentra en la peor crisis y con el peor hombre a cargo de la Secretaria de Agricultura.
Desde el Valle del Yaqui, Ciudad Obregón, Sonora 24 de octubre del 2025
