#DESPIERTASONORA
El operativo que terminó con la muerte de Arturo Beltrán Leyva en 2009 marcó el principio de la extinción de la organización criminal que dirigía; diez años después, surgieron del mismo grupo al menos 10 fracciones antagónicas y sin nexos, dispersas en trece estados de la República.
El fenómeno se replicó cuando desaparecieron Los Zetas, el Cártel Del Golfo, la Familia Michoacana, o incluso con la detención del narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, sucesos que habrían dado pie a la restructuración de los 227 grupos criminales que se tienen identificados en México y que hoy se disputan el control de mercados ilícitos.
El avispero pateado con la política gubernamental de captura y abatimiento de líderes criminales habría representado una reconfiguración en el mapa criminal mexicano hoy acaparado por dos cárteles y 73 células afines, 49 escisiones y 29 bandas, pandillas o familias, a los que la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador ha decidido enfrentar con “abrazos y no balazos”.
Así lo muestra el Mapa Criminal 2019-2020, elaborado por Lantia Intelligence, que desde 2008 ha recabado informes gubernamentales, investigaciones y estudios académicos, notas periodísticas verificadas y un continuo monitoreo de redes sociales para desmenuzar las actividades del crimen organizado que ha puesto énfasis en operaciones de narcotráfico, narcomenudeo, extorsión, cobro de piso, delitos de alto impacto (robo a transportistas, ferrocarril o trata de personas) y robo de hidrocarburos.
Según el informe, hasta diciembre de 2019, el liderazgo en cuanto a organizaciones lo tendrían el Cártel de Sinaloa con 37 células en 28 entidades, y el Cártel Jalisco Nueva Generación con 36 células en todo el país con excepción de Sinaloa -y una escisión, el Cártel Nueva Plaza-, organizaciones con presencia en Asia, América Latina, Estados Unidos y Europa.
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