III Y ÚLTIMA
BECKER GARCÍA / COLUMNISTA
#DESPIERTASONORA
Recibí muchos comentarios sobre mis otros dos escritos titulados así, como sacarse la rifa del ITSON.
Algunas llamadas también y otros mensajes privados.
– Dale la vuelta a la página, ya suelta y verás que la vida te va a cambiar
Otro:
– ¿Para eso te divorcias, para andar de llorón?
Jajajaja…
No, lo que pasa es que, un lejano 3 de marzo, yo me casé con Almita Mijita, alias la morena del pantaloncito azúl, luego de atosigarla de día y de noche, hasta que, supongo, la harté.
Fue un 14 de marzo, en su vochito verde, donde le pusé un últimatum: “o andamos de novios ya, o me hago un lado”. Jejeje, tan sútil el macho alfa lomo pardeado.
Luego de eso y de que se corrió la voz, no fueron pocos los comentarios que, aseguraban que una mujer tan linda y dulce como ella, no podía andar con un barbaján arrabalero como el Bécker, y, ahí tienen que, al principio, casi solamente me dejaba tomarla de la mano a escondidas, y fue entonces, que sacó lo mejor de mí para convencerla que deberíamos de pasar a algo más.
Sí, hablo de casarnos y fue el siguiente 3 de marzo, que lo hicimos en lo que entonces era el CREA, un internado para jóvenes visitantes a Obregón, mismo que se encontraba ahí, junto a la laguna del Nainari, y en la terraza hicimos la fiesta, creo que hemos sido los únicos que nos tocó ese privilegio.
Tuvimos tres maravillosas hijas a las que educamos con dos puntos de vista divergentes: ella las hizo todas femeninas e intuitivas, y yo, yo quise que no se dejaran de nada ni de nadie y fueran siempre inquisitivas, lectoras voraces y explotaran su natural talento.
Ella, Alma lleva muy bien la cuenta de las veces que nos mudamos de casa, y asegura que fueron 23, entre Mexicali, Hermosillo y Obregón.
Renée, la más grande, hoy es una luchona irreconocible, pues de niña era un dulce que se movía por la casa (o las casas), de una manera sútil, callada y siempre bien portada. Eso sí, hacía unas preguntas que me invitaban a buscar las respuestas, y eso que no existía Wikipedia.
Renatta, la más mediana se auto nombraba (obvio, si una era la más grande y la otra la más pequeña), fue la antípoda de su hermana: se trepaba donde podía; lo que tomaba en sus manos lo abría con una insaciable curiosidad para luego botarlo por ahí y, tenía una fuerza de otro mundo además, de salirse casi siempre con la suya.
Romina, la pequeña, desde niña tuvo una inclinación artística emparejada con un feminismo digno de ser resaltado: no se conflictuaba y, a temprana edad, enfundada en ropa diferente a la moda pero que la hacían distinguirse del colectivo, imponía su propio estilo, sobre todo, lo recuerdo, con sus sombreritos muy nice, sus dibujos y sus largos soliloquios sobre todo, a la hora de mi siesta.
Nunca miré sus calificaciones, porque, en mi opinión, era su chamba pasar de año en la escuela y no la mía, así que, a las tres les enseñé a hacer mi firma y ellas mismas firmaban todo lo que desde el colegio le enviaban a sus padres, tal vez, me pasé pero, creo eso, las hizo más responsables.
Como todas las familias, tuvimos altibajos notables. En el año de 1997, un escritor muy famoso con el cual tomaba yo clases una vez al mes, Rafael Ramírez Heredia, en su última visita a Obregón, le dijo a Alma: “Tu marido tiene talento para escribir, le faltan lecturas serias, pero dale chanza un año para que se ponga al corriente con eso, trabaja tú para mantener la casa y verás que al final, la vida les va a cambiar”
Yo imaginé que, Almita Mijita pensaría que tanto Rafael como yo, estábamos locos, pero, accedió y de buena gana. Échate ese trompo a la uña.
Escribí un libro, entró a un concurso y lo gané. Y sí, con mucho apoyo tanto de Ricardo Bours como de Uriel Mendoza, ambos compadres, nos abrimos un camino distinto y fuimos, toda la familia, creo, muy afortunados.
“No estires la liga”, me decían buenos amigos, “vas a cansar a la morena” y yo, confieso, subido en el ladrillo del poder, no hice caso.
Tengo otra hija, Penélope, a la cual Alma le demuestra aprecio y se preocupa por ella y eso; eso es muy agradecible.
Además tenemos 5 nietos, Bécker Andrés, Marion Anette, Dago Junior, Juan Romeo y el pequeño Mikel que vienen recargados y lo que le sigue.
Pero bueno, el caso es que, el wey del Bécker, o sea yo, estiré tanto la liga que terminó de romperse.
Este pasado 3 de marzo, fue el primer año que no celebré un aniversario más y eso me hizo escribir esto, pues dicen los que saben, que escribir exorciza la tristeza.
No, no estoy aferrado, solamente tengo tantos y tan bonitos recuerdos con aquella morenita de pantaloncitos azules, que solamente me queda, agradecerle por todo y pedir que Dios y la vida, nos lleve a ambos por un camino luminoso y que nos dé, a cada uno, lo que tenga a bien darnos.
Entonces, cabe la pregunta: ¿Me saqué o no, la rifa del ITSON?