¿ALGUIEN SABE REALMENTE QUÉ HORA ES?
JESÚS HUERTA SUÁREZ / COLUMNISTA
#DESPIERTASONORA
¿Hay alguien que sepa realmente qué hora es?
¿Hay alguien a quien realmente le importe qué hora es?, así dice una canción del grupo setentero Chicago
Viene a colación, ya que me da la impresión de que en esta ciudad nadie supiéramos que hora es o, quizás, como si a nadie realmente le importara la hora que marque el reloj.
De esta manera, en que el tiempo para cada quien tiene un diferente significado, como que todo se hace más complicado; pues no sabes que hacer exactamente para no estar esperando a que empiece el evento o la reunión a la cual fuiste citado. O, si de repente decides, que en base a experiencias anteriores, llegarás un poco más tarde de la hora fijada, resulta que la junta o reunión comenzó justo a tiempo y, en ocasiones, minutos antes; total que casi siempre o llegas tarde o pierdes tiempo esperando a que lleguen los demás.
Parece simple el asunto de la puntualidad pero, en realidad, es un tema de suma importancia que, a la vez, implica ética y civismo por parte de cada uno de nosotros.
Esta situación del desfase de tiempos de inicio y de culminación de las actividades que realizamos, ya sean sociales, profesionales, políticas, etc., denotan nuestra falta de madurez y que, además, nos permiten ver si en detalles tan aparentemente superficiales no nos logramos poner de acuerdo, o simplemente no respetamos nuestros acuerdos, en este caso cronológicos, pues mucho menos respetaremos y/o nos pondremos de acuerdo en asuntos de mayor trascendencia, como serían los valores, el comercio internacional, la política (en México la clase política es de las más impuntuales en casi todos sus eventos o actividades, menos, claro, para cobrar su sueldo y los impuestos), o en el ámbito científico.
Para los pueblos, como el japonés, por ejemplo, la puntualidad ha sido uno de los cinco puntos fundamentales para la consolidación y mantenimiento de su fuerza económica y social. En cambio, para nosotros, la impuntualidad, ha sido uno más de los lastres que no nos han dejado alcanzar el éxito, ni social, ni mucho menos económico como todos ya lo sabemos.
Pero el punto es, más que señalar nuestros yerros, es el de ponernos de acuerdo para cambiar, poco a poco, estás fallas de coordinación en el funcionamiento del engranaje nacional, es decir, hacer de la puntualidad el aceite que haga que las cosas a nuestro alrededor se muevan con mayor facilidad y sin desgastes.
Este valor, el de la puntualidad, comienza en casa, le sigue en la escuela y continúa en la vida profesional, y así por siempre.
Pero bueno, tratar de entender el sentido del tiempo es algo muy profundo, y no es el objetivo de estas letras. Solamente estoy hablando de la importancia de la puntualidad, porque el tiempo en sí es algo ambiguo, porque ¿Quién puede negar que desee que la muerte llegue tarde, pero a la vez quiere que su raya llegue a tiempo? ¿Quién no quiere detener el tiempo para no hacerse viejo, pero quién no quiere tener la sabiduría que dan los años? ¿Qué joven no quiere ahora, compartir un buen vino añejo? ¿Qué niño no se identifica con un viejo? ¿A quién no se le hace una eternidad la espera para encontrarse con su amor, pero las horas de diversión le parecen un instante?
Al final de cuentas, el tiempo es que menos tenemos y es lo más valioso.
“No necesito excesos pues mi vicio son tus besos”
Monocordio
Jesushuerta3000@hotmail.com