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ENTRETELONES

Oct 13, 2023

AUDACIA
SAMUEL VALENZUELA/COLUMNISTA

DESPIERTASONORA

No vamos a regatear reconocer la audacia del gobernador Alfonso Durazo Montaño, al proponer la cancelación, eliminación y desaparición, de la presa Abelardo L. Rodríguez, para sobre su azolvado vaso de mil 750 hectáreas, promover el crecimiento de la mancha urbana de la capital de Sonora.

No es cualquier cosa revelarse partidario de poner fin a uno de los espacios más emblemáticos de esta parte de Sonora y menos mal que desde el punto de vista de la ingeniería resultaría imposible aplanar el Cerro de la Campana y por eso no entra en esas propuestas de transformación del actual gobierno.

Podemos imaginar todo un desarrollo residencial en el vaso de la presa en un entorno lacustre que bien podría ser parte del fantástico proyecto de construir en esa zona algo similar al Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México, integrando a la Sauceda y el Cerro de la Cementera, e incluso considerar construir un castillo aprovechando la estructura del vertedor, que se alzara sobre un majestuoso y decorado canal de desfogue de la poca agua que se derivara desde tres o más presas aguas arriba de los ríos Sonora y San Miguel.
Nos quedamos pasmados al escuchar el discurso del gobernador Durazo en la inauguración del II Congreso Interamericano de Suelo, Agua y Agrobiodiversidad en Ciudad Obregón, en donde hizo una glosa del llamado Plan Hídrico de Sonora, que prevé soluciones a la falta del vital líquido y garantizar su abasto para los próximo 50 años.

Pareciera un contrasentido que, para garantizar el abasto de agua para los habitantes de la capital de Sonora, se proponga la cancelación de su tradicional embalse y fuente de abasto y sobre éste extender la mancha urbana, sin que tengamos idea como es que reaccionarán los beligerantes ambientalistas que siempre han cuestionado un desarrollo residencial propiedad de poderoso empresario sinaloense y que incluso hagan activismo en favor de la permanencia del humedal de la Sauceda.

Para justificar o fundamentar su propuesta de sentencia de muerte para la presa Abelardo L. Rodríguez, en su mensaje a los asistentes a dicho congreso que reunió a especialistas de varios países de Latinoamérica, el gobernador se aventó el tiro de asegurar que dicho embalse desde su construcción hace 75 años, no aporta ni una gota de agua a Hermosillo, al igual que la presa El Molinito.
“La presa Abelardo L. Rodríguez de Hermosillo está ya en el ‘corazón’ de la ciudad, después de 75 años de uso está completamente azolvada y tiene un espejo muy amplio de agua, que se evapora año con año sin aportar una gota de agua a la capital del Estado; arriba de esta, está El Molinito, que es una presa de 30 millones de metros cúbicos de capacidad y que siempre está llena porque tiene la definición de ser una presa de control de agua, pero que de igual forma no aporta ni un solo litro de agua a Hermosillo”, dijo Durazo Montaño evidentemente mal informado, sin que tengamos la menor idea de porque considera que la presa en cuestión está en el corazón de la capital.

Tan ambicioso y noble plan para garantizar agua a los hermosillenses y a la vez ampliar el desarrollo urbano e inmobiliario de la cabecera municipal capitalina, no merece fundamentarse con falacias o elucubraciones que no resisten el menor análisis, porque con todo respeto, no tenemos la menor idea de donde el gobernador sacó tan temerarias afirmaciones.

No se requiere ser especialista para saber que el agua superficial que a veces almacena la ALR y la del subsuelo que se filtra, son las fuentes de abasto más importantes de agua para los capitalinos; además de la que potabiliza el agua que se trae desde El Novillo, hay dos potabilizadoras en La Sauceda que cuando hay un volumen de más de 10 millones de metros cúbicos, aportan al menos 600 litros por segundo a la red, que se suman a los de la batería de pozos que extraen el agua filtrada de su vaso.

Y no, la Presa El Molinito no está siempre llena; es más, la mayoría de las veces está medio vacía, como en estos momentos en que CONAGUA tiene un registro de 14.3 millones de metros cúbicos en su embalse, que como se sabe tiene capacidad para contener y puede manejar volúmenes de hasta 122 millones de metros cúbicos, y que luego de las buenas precipitaciones en el monzón mexicano del 2022, dichos volúmenes trasvasados –dos millones de metros cúbicos mensuales—a la ALR, son aprovechados para abastecer a Hermosillo hasta ahora.
A partir de conclusiones mal planteadas, el mandatario estatal elucubró que al cancelar la presa Abelardo L. Rodríguez, se liberarán mil 750 hectáreas que están en el corazón de la ciudad y “que se pondrían en un fideicomiso como se pusieron los terrenos ganados cuando la urbanización del río Sonora, para comercializar y orientar el desarrollo del Estado a ese rumbo.

Agregó, que con el producto de la comercialización de esa gran superficie –lodosa, fangosa y pantanosa, que con agua o sin agua es punto de referencia de aves migratorias y hábitat natural de múltiples especies– se tendrán recursos suficientes para la construcción de tres presas arriba del Río Sonora y el San Miguel; “una en Las Chivas, otra en Sinoquipe y otra Presa del Sol, las cuales, cada una con un ‘acueductito’ hacía Hermosillo garantizarían el abasto de agua por los próximos 50 años, dejando de reserva, también, la instalación del Acueducto Independencia”, dijo.

De la propuesta del gobernador hay mucha tela de dónde cortar; al bote pronto este reportero consideró que el mensaje del mandatario fue para dar la suave a los opositores al acueducto Independencia, obra ilegal construida durante el sexenio de la corrupción y que quedaría solo para emergencias si desaparece la ALR y se construyen presas aguas arriba de los ríos Sonora y San Miguel, desde donde traerían el agua a Hermosillo con un “acueductito”.

Urbanizar el vaso de la presa o al menos buena parte de esas casi dos mil hectáreas de propiedad federal o ejidal, ha sido un viejo anhelo de poderosos grupos empresariales y capitostes de la Iniciativa Privada regional, que a la chita callando y de forma subrepticia han ido saliéndose con la suya como es el caso de un desarrollo residencial de lujo las Riberas, tendencia siempre negada por autoridades estatales en turno, aunque la de ahora no solo no lo niega, si no que se coloca como punta de lanza.

Lo mejor de la propuesta del gobernador para efectos de buscar nuevas fuentes de abasto de agua para Hermosillo y otras ciudades que padecen insuficiencia de ese recurso vital, es que su Plan Hídrico contempla la desalinización de agua de mar, que desde nuestra perspectiva no debiera ser un complemento de otras medidas como la de cancelar presas, si no la fundamental para resolver para siempre la falta de agua en esa región de México.
También esta el caso de que Durazo Montaño es un acucioso observador y estudioso de las tradiciones de nuestros pueblos originarios, quienes por su ancestral sabiduría tienen fijo que los ríos siempre reclaman su cauce y que presas de contención, de manejo de avenidas, acueductitos, canales revestidos de concreto, ni desarrollos inmobiliarios y urbanos, podrán detener cuando el Río Sonora y el San Miguel hagan ese reclamo.

Por lo pronto, seguramente algún privilegiado segmento de grupos empresariales y de las finanzas “privadas” de Sonora y Sinaloa se soban las manos con fruición frente al negociazo que podría ponérseles enfrente y por lo que han suspirado por tantos años frente a administraciones estatales y federales que rechazaron comercializar bienes de la nación y el patrimonio de los hermosillenses.

En fin, hubo tantas imprecisiones y bases equivocadas en la propuesta de tan alto impacto social y ambiental del gobernador, que nos atreveríamos a sugerir algunas reconsideraciones de su parte, no necesariamente para descartar la cancelación de la presa ALR, si no que las justificaciones para sacarla del mapa sea sobre bases verdaderas y no producto de información equivocada que evidentemente tiene el gobernador de Sonora, faltando además conocer la opinión al respecto del presidente municipal Antonio Astiazarán Gutiérrez y el director de Agua de Hermosillo, Renato Ulloa Valdez.

Y este reportero también reconoce estar azorado y asombrado por la actitud obsequiosa y luego sumisa del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, rodeado de lo más rancio de la cultura militar de este país, se vio obligado a entregar un reconocimiento al general de división, diplomado de Estado Mayor y exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, por haber sido director del Heroico Colegio Militar, institución matriz del desaparecido Estado Mayor Presidencial.
Inconcebible la escena del presunto comandante supremo de las fuerzas armadas de México, rindiendo pleitesía al militar otrora cubierto de denuestos por él mismo y de su cofradía incondicional, que festinó su detención en Estados Unidos y que tuvo que recular cuando en oscura negociación fue retornado a México y declarado no imputable por la Fiscalía General de la República.

Atrás quedaron acusaciones contra Cienfuegos como responsable de los hechos en Ayotzinapa; de la desaparición de los archivos donde se constata la participación de las ramas de las fuerzas armadas en la Guerra Sucia; de sus vínculos con el crimen organizado, entre otras gracias que quedaron en el olvido por el gobierno cuatrotero y en la impunidad al militar citado.

Lo primero que pensamos cuando vimos las repelentes fotos de ese evento, fue que los militares tienen de los wevos a su jefe supremo, quien ni modo, tiene que apechugar las consecuencias de haber dejado someter el poder civil, al poder militar.

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